Tengo, según la valoración que en su día me hicieron los organismos competentes, un 98 % de discapacidad.
La ley que se acaba de aprobar en nuestro país da permiso para abortar hasta los casi cuatro meses, dieciséis semanas (artículo 15, a).
Pero si al feto se le detectan riesgo de anomalías (obsérvese que ni siquiera dice “certezas”, sirve sólo con “riesgo”) puede ser abortado hasta la semana veintidós, con más de cinco meses de vida (artículo 15, b).
Incluso se puede abortar después “cuando se detecte en el feto una enfermedad extremadamente grave e incurable en el momento del diagnóstico” (artículo 15, c).
O sea que el aborto puede ser a los seis meses de gestación, o los siete, o los ocho…, siempre y cuando el niño o la niña no nazcan antes.
Claro que si es sietemesino ¿por qué no considerarle también “ser vivo pero no persona” (que dijo nuestra ministra) y obrar en consecuencia? Al fin y al cabo tiene el mismo tiempo de vida ¿qué cambia el que esté fuera o dentro de la madre?
¿No estamos hablando de eugenesia? Esto es, impedir el nacimiento de personas con defectos.
¿Soy menos persona por ser distinto? ¿Soy menos feliz por no ser “estándar”?
En Burgos se está promoviendo una recogida de firmas para lanzar una iniciativa legislativa municipal, pedir al Ayuntamiento de Burgos que se comprometa a defender la vida de una forma integral, a desarrollar una cultura de la vida en la que se luche por la exclusión social, todo tipo de violencia, apoyo a la familia, restitución de los pueblos empobrecidos…
Si están interesados en conocer esta propuesta les invito a visitar http://iniciativaporlavidaburgos.blogspot.com
Francisco Javier Arribas Miguel
